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La mujer ante el espejo: Cómo nos ven, cómo nos vemos. Reconstruyendo nuestro propio cuerpo.

Decía John Berger, el crítico de arte, que en el arte «el espejo fue utilizado muchas veces como símbolo de vanidad de la mujer. Una actitud que encierra una hipocresía. Pintas a una mujer desnuda porque disfrutas mirándola, pero condenas moralmente a la mujer colocando un espejo y titulando vanidad. El espejo se destinaba para que la mujer se tratase a sí misma como un espectáculo.» Esta frase describe muy bien cómo nos han educado a observarnos y a replicar una mirada sobre nosotras que no es nuestra porque no la hemos creado nosotras. Nos sabemos contempladas y analizadas por los hombres, pero también por nosotras como si fuéramos objetos pasivos. Por eso, recrear nuestra imagen es reconstruir nuestra mirada desde la consciencia, desde la libertad, ser actoras y activas, primero ante nosotras mismas y luego ante los demás.

El cuerpo femenino como espectáculo

El arte, la moda, el cabello… sirve muy bien para conocer una sociedad, sus valores, sus patrones y significados. Y la historia del arte está llena de desnudos femeninos pintados por hombres, es decir de cuerpos de mujeres interpretados desde la perspectiva masculina. «En 1989 las Guerrillas Girls denunciaron ante el Metropolitan Museum de Nueva York que menos del 4% de los artistas expuestos en el museo eran mujeres, sin embargo, el 76% de los desnudos exhibidos era de cuerpos femeninos. Por eso lanzaban la pregunta, ¿tenemos que desnudarnos para poder estar presente en el Metropolitan? Pero vamos a dejar los museos y vamos a mirar a otras mujeres artistas, ¿cómo se viste Beyoncé o Jennifer López para subirse a un escenario? ¿Sus compañeros utilizan y muestran su cuerpo del mismo modo? No se esfuerzan tanto, su cuerpo no tiene el mismo significado.», explica M.ª José Llata de Peluquería Llata Carrera desde Santa Cruz de Bezana (Cantabria).

Resignificar nuestra imagen

Una consecuencia de valorar lo que somos es apropiarnos de nuestro propio cuerpo, de la imagen que proyectamos que debe gustarnos siempre a nosotras. Nuestra imagen nos alimenta, nos fortalece si nos sentimos identificadas con ella, si la hemos creado a imagen y semejanza de lo que somos, de lo que sentimos y de lo que nos hace sentir bien. «Todo lo asociado a lo femenino tradicionalmente, como la belleza, la moda, el cuidado personal está desprestigiado y tildado de superficial y prescindible. Y no es por casualidad que así nos lo quieran hacer creer. Es un modo de desarmarnos, de desacreditarnos. Sin embargo, es tan importante y trascendental, en cuanto que es simbólico, como cualquier otra actividad humana. Por eso, el empoderamiento y el crecimiento personal a través de la imagen, del cuidado es un camino válido porque es el reflejo de una personalidad, de una identidad y de una elección. De un modo de estar en el mundo y de vivir esa experiencia a partir de un cuerpo que lo determina todo.», asegura Raquel Saiz de Salón Blue desde Torrelavega (Cantabria).

Lo femenino es poderoso

Los contrarios no cambian las cosas, simplemente se hace lo mismo, pero desde otro punto de vista. Desprestigiar lo que nos desprestigia no es transformador. Sí lo es darle la vuelta al lenguaje, nombrarnos y valorarnos, apostar por nuestra visión de las cosas. No se trata de desechar nada, sino de escoger qué va con lo que queremos y lo que no. «Un modo de demostrar cómo la moda y la peluquería tienen una función relevante y trascendental se ve en los diferentes movimientos sociales. Lo primero que hicieron las feministas fue cortarse el pelo y quitarse los corsés. En un inicio los referentes estaban en la apariencia masculina, pero con el tiempo se vio que detrás había una nueva feminidad con identidad propia que tomaba forma con cortes como el garçon de Coco Chanel o los bobs de Marlene Dietrich o Greta Garbo. Cortar simbolizaba romper con patrones que las limitaba, un modo de desmarcarse para ejercer su libertad.», afirma Rafael Bueno de Rafael Bueno Peluqueros desde Málaga.

La imagen, el lenguaje del poder

Decidir sobre nuestra imagen, sobre cómo aparecemos, con qué motivos es controlar nuestro espacio, ejercer nuestro poder. La imagen puede ser normativa, pero incluso ahí, asociándote con lo establecido, podemos sacar partido de los modelos de belleza, pero a nuestro favor. Cuando apostamos por una imagen disidente, no normativa, buscamos un nuevo espacio, más abierto y acogedor contra la exclusión que siempre es dolorosa. «Con el cuerpo, con la imagen, se pueden crear distintos lenguajes. Un cuerpo joven, atlético, un aspecto atractivo es símbolo de poder en el que te confirmas ante los demás desde la potencia y el esplendor de la juventud y la belleza. Sin embargo, se están abriendo nuevos códigos, sobre todo por parte de las mujeres contra la cosificación de nuestro cuerpo, la madurez, las curvas, las canas, la resistencia al tiempo son nuevos valores que validan otros cuerpos. Por eso, el control propio sobre como lo tratamos, lo acogemos y hacemos visible, nos permite tomar las riendas sobre muestra vida a través de él. La vida es una oportunidad para experimentar mediante un cuerpo y eso solo depende de ti porque es para ti. Tu proyección ya no depende de la opinión de otros, sino de nuestra estimación y relación con él, que es siempre única y distinta.», indica Felicitas Ordás de Felicitas Hair desde Mataró (Barcelona).